A través de nuestras vidas, el mundo de la televisión nos
envuelve y se hace parte de nuestra rutina, esos actores, actrices, cantantes,
humoristas, modelos y animadores se vuelen nuestros compañeros diarios, y en un
país como Venezuela donde hay muchas mujeres bellas y talentosas, solemos
encariñarnos con ellas, hermosas, llenas de triunfos, unas verdaderas divas
pues, pero hay una en particular que ya no está con nosotros, nuestra amada
Mónica Spear.
En el 2004 durante la transmisión del Miss Venezuela, una
hermosa mujer zuliana que representaba al estado Guárico impresionó a todos,
con una belleza cautivadora que desde lejos se hacía notar, esa chica llegó al
Miss Universo, donde se pudo posicionar como 4ta finalista, luego su camino
siguió hasta volverse una actriz, su sueño cumplido, la vimos representar
diversos personajes muy diferentes, el más particular fue La Mujer Perfecta,
Micaela Gómez, una chica tímida, con el síndrome de Asperger, marginada por el
mundo y considerada rara que al final descubre que tal como es, no necesita
buscar la perfección pues su singularidad ya la hacía perfecta (Por cierto, muy
buena novela, me encanta que al final la protagonista no haya tenido que
cambiar y que con sus imperfecciones que la gente señalaba, podía ser feliz así
como es). Llego al estrellato internacional, el público la amó, si…Mónica era
bella y talentosa, famosa y exitosa, pero no son esas cualidades que hacen que
la recordemos ni es lo que más resaltan…sino su corazón.
Una mujer integral, sencilla, maravillosa, esa fue la que
conocimos, si ven su participación en las preguntas y respuestas de su Miss
Venezuela, y todas sus entrevistas, al ver sus ojos y su forma de expresarse,
verán a una mujer llena de valores, que amaba la vida y a su familia, ella era
una estrella distinta, no vivía de los flashes ni de la fama, era muy
espiritual, radiante, madura y una sensibilidad y amabilidad innegable. Nunca
se le escuchó un solo rumor de la prensa, alguna escena de divismo o
confrontación con sus compañeros de trabajos, ella era un amor, y a través de
la novela ya mencionada se dedicó a las fundaciones que velan por quienes
tienen este mismo síndrome, una sensibilidad humana impresionante, y lo más
importante es que amaba a su país, y era una madre devota con su pequeña y
hermosa Maya.
Hace un año te nos
fuiste, dejaste un país consternado, triste que extrañaba a su reina nacional,
pero sabemos todos que donde estas, iluminas a toda Venezuela con esa luz que
irradiabas en las pasarelas y pantallas, porque tu hermosa figura no será lo
más recordado, sino ese ángel tan característico tuyo, esos ojazos y esa tierna
voz con la que muchos nos enamoramos. Dios te bendiga a ti y a Thomas Henry
Berry,, vuelen libres que estamos seguros su pequeña hija será la viva imagen
de sus padres y mantendrá vivo tu recuerdo. Paz a sus restos
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